Hoy es el día de la crítica artística de los videojuegos como una expresión del arte neoclásico. En este sentido debo mencionar que el otro día me encontraba jugando un cierto juego de carreras estilo Mario-car pero con monos del mortal-combat – por favor no confundir mortal-combat el juego, con el delicioso sanwych “Mortal-comback el regreso” compuesto por dos mínimas tapas de pan, que en su interior guardan tres gruesas láminas de la más pura mortadela y mayonesa en cantidades insuperables, que por tan solo cien pesos te llevan al infarto del éxtasis sabrosístico… amén.-, con tres players, a un lado mi querido compatriota “pequeño ser humano de pelo crespo”, mientras al otro lado se encontraba, “belleza de ser humano”, y al medio yo “engendro de cosa”.
El problema suscita claramente cuando, habiéndome ya jactado de todas las seudo habilidades naturales de un jugador de pacman, street fighter uno… o tekken 1. Empieza a comenzar el inicio con la partida del ya mencionado Mortal-car o como se llame, en eso me doy cuenta que… te matan!, el otro jugador te mata!! Y te tiran rayos y vomitan acido, y más encima el mono revive para nuevamente morir como jesús. Para ser más certero… perdí como un perdedor todas las veces que era posible, de tal forma que como me encontraba disfrazado de ninja como suelo hacer siempre que juego videojuegos, me hice un harakiri de verdadero samurai… pero no morí lo cual hace que el rating de patetiquismo suba a niveles mega power.
En fin, muchos saludos a los compatriotas “pequeño ser humano de pelo crespo latino” y a “belleza de ser humano” que vencieron a un verdadero ninja de elite (no si no vi naruto en el verano)… pronto “engendro de cosa” los destruirá. Sin embargo no puedo decir adiós sin antes decir que como arte esta expresión lúdica llamada Combat-cars es…superior a Piccaso, Scorpion y Sub-zero juntos.